Hoy estamos de enhorabuena,
el Papa ha escrito una carta a los jóvenes, ¡sí, a nosotros! A ti, a mí,
y a tantos otros… A nosotros, inconformistas, con ganas de cambiar el
mundo, con ansias de plenitud; a quienes vivimos con la certeza de que
hay Alguien a quien merece la pena entregarle la vida en el camino que
nos tiene preparado. Ahora, solo nos queda decir “sí” a su voluntad -y
renovar ese “sí” todos los días- y vivir a una con la Iglesia, Esposa de
Cristo, Madre que nos cuida y nos mima y donde podemos encontrarnos con
ese Dios que solo puede dar plenitud y sentido a nuestra vida y vivir
en comunión con los hermanos. Te animamos a leer la carta que el Papa
Francisco nos envía y a rezar desde ya por los frutos del próximo sínodo
de los obispos que llevará por título “Los jóvenes, la fe y el
discernimiento vocacional”.
CARTA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS JÓVENES CON OCASIÓN DE LA PRESENTACIÓN DEL DOCUMENTO PREPARATORIO
DE LA XV ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS
A LOS JÓVENES CON OCASIÓN DE LA PRESENTACIÓN DEL DOCUMENTO PREPARATORIO
DE LA XV ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS
Queridos jóvenes:
Tengo el agrado de anunciarles que en el mes de octubre del 2018 se
celebrará el Sínodo de los Obispos sobre el tema «Los jóvenes, la fe y
el discernimiento vocacional». He querido que ustedes ocupen el centro
de la atención porque los llevo en el corazón. Precisamente hoy se
presenta el Documento Preparatorio, que les ofrezco como una “guía” para este camino.
Me vienen a la memoria las palabras que Dios dirigió a Abrahán: «Vete
de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre a la tierra que yo
te mostraré» (Gen 12,1). Estas palabras están dirigidas hoy
también a ustedes: son las palabras de un Padre que los invita a “salir”
para lanzarse hacia un futuro no conocido pero prometedor de seguras
realizaciones, a cuyo encuentro Él mismo los acompaña. Los invito a
escuchar la voz de Dios que resuena en el corazón de cada uno a través
del soplo vital del Espíritu Santo.
Cuando Dios le dice a Abrahán «Vete», ¿qué quería decirle?
Ciertamente no le pedía huir los suyos o del mundo. Su invitación fue
una fuerte provocación para que dejase todo y se encaminase hacia una
tierra nueva. Dicha tierra, ¿no es acaso para ustedes aquella sociedad
más justa y fraterna que desean profundamente y que quieren construir
hasta las periferias del mundo?
Sin embargo, hoy, la expresión «Vete» asume un significado diverso:
el de la prevaricación, de la injusticia y de la guerra. Muchos jóvenes
entre ustedes están sometidos al chantaje de la violencia y se ven
obligados a huir de la tierra natal. El grito de ellos sube a Dios, como
el de Israel esclavo de la opresión del Faraón (cfr. Es 2, 23).
Deseo también recordarles las palabras que Jesús dijo un día a los
discípulos que le preguntaban: «Rabbí […] ¿dónde vives?». Él les
respondió: «Venid y lo veréis» (Jn 1,38). También a ustedes Jesús
dirige su mirada y los invita a ir hacia Él. ¿Han encontrado esta
mirada, queridos jóvenes? ¿Han escuchado esta voz? ¿Han sentido este
impulso a ponerse en camino? Estoy seguro que, si bien el ruido y el
aturdimiento parecen reinar en el mundo, esta llamada continua a resonar
en el corazón da cada uno para abrirlo a la alegría plena. Esto será
posible en la medida en que, a través del acompañamiento de guías
expertos, sabrán emprender un itinerario de discernimiento para
descubrir el proyecto de Dios en la propia vida. Incluso cuando el
camino se encuentre marcado por la precariedad y la caída, Dios, que es
rico en misericordia, tenderá su mano para levantarlos.
En Cracovia, durante la apertura de la última Jornada Mundial de la
Juventud, les pregunté varias veces: «Las cosas, ¿se pueden cambiar?». Y
ustedes exclamaron juntos a gran voz «¡sí»”. Esa es una respuesta que
nace de un corazón joven que no soporta la injusticia y no puede
doblegarse a la cultura del descarte, ni ceder ante la globalización de
la indiferencia. ¡Escuchen ese grito que viene de lo más íntimo! También
cuando adviertan, como el profeta Jeremías, la inexperiencia propia de
la joven edad, Dios los estimula a ir donde Él los envía: «No les tengas
miedo, que contigo estoy para salvarte» (Jer 1,8).
Un mundo mejor se construye también gracias a ustedes, que siempre
desean cambiar y ser generosos. No tengan miedo de escuchar al Espíritu
que les sugiere opciones audaces, no pierdan tiempo cuando la conciencia
les pida arriesgar para seguir al Maestro. También la Iglesia desea
ponerse a la escucha de la voz, de la sensibilidad, de la fe de cada
uno; así como también de las dudas y las críticas. Hagan sentir a todos
el grito de ustedes, déjenlo resonar en las comunidades y háganlo llegar
a los pastores. San Benito recomendaba a los abades consultar también a
los jóvenes antes de cada decisión importante, porque «muchas veces el
Señor revela al más joven lo que es mejor» (Regla de San Benito III, 3).
Así, también a través del camino de este Sínodo, yo y mis hermanos
Obispos queremos contribuir cada vez más a vuestro gozo (cfr. 2 Cor
1,24). Los proteja María de Nazaret, una joven como ustedes a quien
Dios ha dirigido su mirada amorosa, para que los tome de la mano y los
guíe a la alegría de un ¡heme aquí! pleno y generoso (cfr. Lc 1,38).
Con paternal afecto,
FRANCISCO
Vaticano, 13 de enero de 2017