Rabat
advirtió el pasado 6 de febrero del riesgo de que se reanude «el flujo
migratorio que Marruecos, mediante un esfuerzo sostenido, ha conseguido
gestionar y contener» y ayer 359 subsaharianos consiguieron superar la valla de Ceuta y entrar en España. Lo hicieron a través del mismo punto por el que el viernes lo había logrado un grupo inmenso de 498 inmigrantes, el mayor registrado hasta ahora. En
un comunicado en el que no se hacía mención alguna este asalto, el
Reino alauí se atribuyó haber frenado la intentona de entre 200 y 300
más.
Fuentes oficiales consultadas por este diario optaron ayer
por la prudencia más absoluta dado el delicado carácter de las
relaciones con Marruecos. Y dada la conveniencia de preservar su
lealtad. A veces sujeta a intereses políticos. Por ello no se oculta el
temor a que el país vecino esté, efectivamente, relajando el control migratorio para hacer valer su malestar
ante una reciente respuesta parlamentaria del comisario europeo de
Energía, el exministro Miguel Arias Cañete, en la que se subrayaba «la
condición jurídica distinta y separada del territorio del Sáhara
Occidental», donde -añadían- «ni la ONU, ni la Unión Europea, ni sus
Estados miembros han reconocido la soberanía de Marruecos».
Esta expresión se producía dentro de un contexto enturbiado desde diciembre, cuando la Corte de Justicia de Luxemburgo decidió dejar fuera del acuerdo agrícola y pesquero firmado en 2012
entre la UE y Rabat los productos del Sáhara Occidental por idénticos
motivos. La primera traducción de este fallo fue la inspección por parte
de la Guardia Civil en el puerto de Las Palmas de Gran Canaria del «Key
Bay», un barco cargado con aceite de pescado de procedencia saharaui
que se dirigía a Francia.
La reacción inusualmente dura de Marruecos fue doble y consistió el 6
de febrero en un comunicado que exigía a la Unión «clarificar su
posición» con respecto a ellos y en una entrevista concedida a la
agencia Efe de su ministro de Agricultura, Aziz Ajanuch, en la que
insinuaba represalias económicas -orientar su mercado a Rusia o China- y
en materia de fronteras. «¿Cómo queréis que hagamos el trabajo de bloquear la emigración africana
y hasta la marroquí si hoy Europa no quiere trabajar con nosotros? -se
preguntaba- ¿Por qué vamos a seguir haciendo de gendarmes? (...). ¿Para exportar a dónde?. El problema de la emigración es muy costoso para Marruecos y Europa debe apreciarlo en su justo valor».
La
agencia europea de fronteras, Frontex, calcula en torno a un millar los
inmigrantes que fueron interceptados a su llegada por tierra a Ceuta y
Melilla en 2016, cifra cubierta ya en un 85% solo en las dos avalanchas contabilizadas este febrero. La de ayer, en la que los subsaharianos emplearon cizallas y mazas,
se produjo aprovechando los desperfectos causados en la valla por el
grupo anterior y también el temporal de lluvia y viento que azota la
zona, que hizo saltar las alarmas de forma confusa toda la noche.
Como
resultado, fueron atendidos por sanitarios dos guardias civiles por
rotura de ligamentos en la rodilla y contusiones y diez subsaharianos,
uno de los cuales fue hospitalizado. El resto fue conducido al CETI, con 512 plazas, que acoge ya 1.400 internos.
Fuente: Abc.es