Personas que se buscan refugio en el habitáculo de un
cajero, bajo cartones y mantas en unos soportales o en casas en ruina
que carecen de agua corriente, electricidad y de los requisitos mínimos
para ser consideradas viviendas. Estas imágenes no son ajenas en
Badajoz, donde Cruz Roja estima que existen entre 15 y 20 personas sin
hogar en esta situación de forma continuada, según los datos de José
Javier Ramos, responsable de Intervención Social.
A lo largo del año, la Unidad de Emergencia Social de Cruz
Roja atiende en Badajoz entre 50 y 60 personas sin hogar, pero no todas
viven de forma continuada en la calle porque son un colectivo con una
elevada movilidad. Suelen pasar por una ciudad y lo habitual es que se
queden unos días, de manera que cuando encuentran la forma de marcharse,
se trasladan a otra población. Es habitual que haya portugueses. Pero
también los hay permanentes. Ramos apunta que la mayoría de estas
personas ha llegado a esta situación por algún tipo de adicción y
trastornos mentales, pero hay otros por problemas familiares y
económicos por separaciones y desempleo. Al inicio de la crisis se
dieron más casos de personas que habían tenido una vida más normal y se
encontraron en desamparo al perder todos sus recursos. Según Cruz Roja,
estos casos se han reducido en el último año. Estas últimas situaciones
se suelen solucionar transcurrido un tiempo. La gran mayoría son
hombres. Las únicas mujeres suelen estar relacionadas con problemas con
las drogas y la prostitución. «El objetivo de nuestro proyecto es que
estas personas sigan en contacto con la sociedad, porque además de su
problema de carecer de arraigo, vivienda y recursos económicos y tener
una adicción, se quedan sin amigos y no tienen contacto con los
familiares». Desde la Unidad de Emergencia Social se les proporciona un
seguimiento básico de salud, los acompañan al médico y también los
ayudan a realizar gestiones, «aunque a veces son reacios».
El perfil «habitual» es «una persona de tránsito, que llega,
está unos cuantos días y subsiste pidiendo, yendo a los comedores,
duerme unos cuantos días en el Centro Hermano, otros cuantos en la calle
y luego se marcha a otro sitio», comenta Ramos.
La Unidad de Emergencia Social empezó a trabajar en Badajoz
hace más de 10 años, con mujeres que ejercían la prostitución en la
calle, antes de que fuese sancionada por la ordenanza municipal. El
programa se fue ampliando a personas sin hogar básicamente. Un equipo
amplio de voluntarios sale los jueves siguiendo una ruta marcada que
abarca «las zonas en las que se mueven». Les ofrecen comida, pero ese no
es el objetivo del programa, que pretende acercarlos a otros recursos.
Tampoco el principal problema de los usuarios es la alimentación ni la
vivienda, sino conseguir dinero para mantener su adicción «y se olvidan
de todo lo demás para atender esa prioridad máxima», en muchos de los
casos.
Fuente: http://www.elperiodicoextremadura.com